Se me acabó la fuerza de mi mano izquierda
voy a dejarte el mundo para ti solito.
Como al caballo blanco le solté la rienda,
a ti también te suelto y te me vas ahorita.
Y cuando al fin comprendas,
que el amor bonito lo tenías conmigo.
Vas a extrañar mis besos
en los propios brazos del que esté contigo.
Vas a sentir que lloras,
sin poder siquiera derramar tu llanto.
Y has de querer mirarte
en mis ojos tristes que quisiste tanto.
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