Las palabras no alcanzan cuando lo que hay que decir desborda del alma.

martes, 21 de febrero de 2012

Estancados.

Aquella que cuando la tarde amenazaba llover,
te esperaba con el alma prendida de un alfiler para abrirte su paraguas y con él, su corazón.
La que te decía "hola"...Y a la que decías "adiós"...
Cuántos metros soñolientos no habré dejado escapar por atravesar contigo las tripas de esta ciudad. 
Vencí el vértigo a las cumbres por llegar a tu nivel.
Soy quien por ofrecerte agua cruzó desiertos a pie.
Por más que alargué los brazos nunca te llegué a tocar.
La que guarda tu recuerdo como un regalo de Dios en el libro de los sueños entre un "hola" y un "adiós". 

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